A primera instancia de aceptar el Islam, un nuevo musulmán siente una sensación de enorme alegría, orgullo y entusiasmo. Él o ella quieren hacer todo en su capacidad para aprender y mantenerse firme en este camino del Islam con el permiso de Alá. Su objetivo es ser el mejor musulmán que pueden ser. Algunos de nosotros dejamos todos los vicios por la causa de Alá de la noche a la mañana.
Yo me acuerdo cuando acepte el Islam, recién comenzaba mi tercer año de la universidad. Yo declaré la shahada (el testimonio de fe) e inmediatamente comencé a vestir un gorro kufi blanco y un pañuelo Saudí. Arranqué de la pared el cartel del rapero Eminem, así como los otros carteles de la cultura de hip-hop. De inmediato dejé de socializar con mis amigas mujeres y comencé a aislarme. Crecí mi barba y me aseguré de nunca faltar mis oraciones, como cualquier musulmán nuevo lo haría y debe hacer.
Recuerdo que fui a mi casa ese fin de semana y entré a la habitación de mis padres. Ese sábado por la noche ambos estaban acostados en su cama viendo una película. Les dije que tenía algo que contarles. Cuando sus ojos y oídos se enfocaron en mí, les dije con mucho honor y orgullo: “Mamí, Papí, ahora soy musulmán”. Yo estaba feliz y emocionado de haber encontrado un llamado, especialmente uno que estaba relacionado con la creencia en el Creador. Mi madre pasó a compartir mi alegría y dijo: “Si eso es lo que deseas creer, pues está muy bien, siempre y cuando encuentres a Dios”.
Mi padre no fue tan comprensivo; él me dijo, “Está bien, pero, ¿por qué ahora?” Yo había aceptado el Islam durante una época muy controversial en la historia de los EE.UU. y la preocupación de mi padre era genuina debido a los factores que estaban cambiando la situación para los musulmanes en ese momento. Sin embargo, mi confianza en ser musulmán aumentó y no me preocupe de nada.
Este alto estado de fe me duró poco tiempo, como le suele pasar a muchos de los nuevos musulmanes. Igual de rápido que me puse el kufi y quité los carteles, sentí que el mundo me jalaba de nuevo hacia abajo. Sin un mentor ni guía para alimentar el entusiasmo por el Islam en una manera correcta, siendo un nuevo musulmán se pone difícil y frustrante.
Donde había una vez el sonido de “takbir” y “Allahu Akbar” en el aire después de tomar tu shahada en frente de una multitud de gente, ahora solo queda el sentimiento de abandono, y las susurras de tu pasado. Además de las luchas internas, hay factores externos que afectan el camino de un nuevo musulmán. Muchos musulmanes tienen que defenderse por sí solos, tras ser rechazados por sus familiares y amigos. Conozco a una hermana que aceptó el Islam y después de informarle a sus padres, la botaron de la casa. Otra hermana fue encerrada en el sótano de su casa. Estas son las polémicas que enfrentamos.
Pero nuestras adversidades no siempre comienzan con la familia y amigos no musulmanes. Muchas veces, son los propios musulmanes que le imponen a un nuevo musulmán sus bagajes culturales, opiniones y veredictos cuando esa persona no está preparada. Es increíble que un nuevo musulmán ni siquiera sabe cómo rezar y adorar a su Señor correctamente, y sin embargo ya le estén haciendo sugerencias sobre el matrimonio e imponiéndole veredictos islámicos.
Por ejemplo, había una historia de una hermana latina que aceptó el Islam y ella tenía un perro como mascota por muchos años. Su perro era todo para ella; sin embargo, las hermanas musulmanas comenzaron a decirle que el perro era un Shaitan (demonio), debido a su pelo negro, y que no era permisible tener un perro. Esta nueva musulmana no pudo aceptar esto y dejó el Islam. En otro caso, un hermano de Chicago se convirtió, pero decidió dejar el Islam porque no podía conectarse con la comunidad.
¿Cuántas veces los musulmanes se acercan a los conversos recientes y antes de enseñarles acerca de su relación con su Creador o mostrarles cómo rezar, les dicen: “Necesitas cambiar tu nombre”? Esto le ocurrió a un hermano latino llamado José, ¡Aunque su nombre es el equivalente en español del nombre del Profeta Yusuf mencionado en el Corán! Entiendo que las intenciones pueden ser puras, pero la manera que se presenta es incorrecta y las prioridades están distorsionadas. Es importante que tanto el musulmán veterano como el nuevo musulmán tomen un segundo para retroceder, respirar y considerar los siguientes puntos:
O nuevo musulmán…
Recuerda que Alá te ha escogido para seguir este camino. Es el camino de las personas más excepcionales que han recorrido este planeta. Es el camino que Alá ha prescrito para toda la humanidad. En el Islam, como en otras situaciones, el empoderamiento viene con una gran responsabilidad y desafíos. En la vida de jahiliyyah (la ignorancia), Shaitan estaba complacido contigo. Pero ahora que has elegido ser una persona que adora a Alá solamente, Shaitan hará todo lo posible para traerte de vuelta. Lo curioso es que está haciendo el trabajo que Alá le ha prescrito. Todo esto es simplemente una prueba para separar a los creyentes de los incrédulos, y para distinguir a los sinceros de los mentirosos.
Alá dice en el Corán:
“Piensan los hombres que se les dejará decir: ‘¡Creemos!’, sin ser probados? Ya probamos a sus predecesores. Alá, sí, conoce perfectamente a los sinceros y conoce perfectamente a los que mienten.” (29:2-3)
Alá prueba a los creyentes mucho más que a los que no creen. Mira las historias de los Profetas y Mensajeros de Alá. Eran los más cercanos a Él, sin embargo, fueron afligidos con pruebas inimaginables. Reflexiona sobre Noé, Abraham, Moisés, Jesús, y Muhammad como ejemplos. No podemos ni empezar a comprender sus luchas, sin embargo, fueron los más amados por Alá. ¿Por qué fueron probados tan severamente? Para elevar su estatus ante los ojos de Alá. No es diferente para nosotros.
O, Nuevo musulmán…
¿Alguna vez has pensado por qué le pedimos a Alá que nos guíe 17 veces al día? Es porque, aunque ya hemos sido guiados, la vida hará lo que sea posible para quitarnos de este camino. En algún momento de nuestras vidas anteriores le hemos pedido a Alá que nos guie, pero esa súplica nunca termina. Siempre necesitaremos Su guía y ayuda. Debemos continuar profesando nuestra devoción a Alá e implorándole que nos mantenga firmes en este camino. Sí, muchos de nosotros estamos atravesando por serias dificultades. Algunas peores que otras, pero recuerden que Alá no los abandonó cuando no éramos musulmanes; ¿Qué nos hace pensar que nos abandonaría ahora, siendo creyentes?
O musulmán veterano…
Recuerda que los musulmanes latinos, y otros nuevos musulmanes, desean ser parte de la hermandad más grande del Islam; sin embargo, esto no significa que quieren ser árabes o seguir costumbres que son distintas del Islam. Si no se encuentra en el Corán y la Sunnah a través de la transmisión auténtica, entonces no necesita contarlo. Entiende que un nuevo musulmán no está listo para aprender todo en un día o convertirse en un estudiante de conocimiento, Sheij o Alim inmediatamente. Él o ella es como un bebé recién nacido. Se le necesita alimentar, cuidar y enseñar a gatear antes de que pueda caminar. Concéntrate en los aspectos más importantes del Din, como cultivando una relación con el Creador. Enséñales cómo hacer wudu apropiadamente, cómo orar, cómo decir algo de athkaar (las súplicas) – estas son las cosas que le pueden ayudar a construir su carácter e identidad islámica.
No les digas que tienen que cambiar sus nombres o casarse en el primer día. Enséñales poco a poco. Y más importante que nada, cuando tomen su Shahada, no grites, “Takbir, Allahu Akbar”, y les beses en la mejilla izquierda y derecha, les des un abrazo, digas “Masha’Allah”, y luego nunca les vuelvas a hablar. Un nuevo musulmán está buscando ser aceptado y sentirse como si pertenecen a la comunidad. Anímalo a venir a la mezquita, recógelo de su casa y llévalo a la mezquita, a las clases o a cenar.
Una de las lecciones más importantes que encontramos en la historia de la vida del Profeta, que la paz sea con él, es la mu’akhaah (la hermandad) que el Profeta formó entre los Muhajirun (los que emigraron de La Meca a Medina) y los Ansar (Los habitantes de Medina que recibieron a los emigrantes). Él emparejó a un musulmán de los Muhajirun con un musulmán de los Ansar cuando emigraron a Medina para establecer un nivel de amor y solidaridad entre ellos. Esto fue tan profundo y poderoso que aprendemos y conocemos historias sobre cómo los Ansar estaban dispuestos a compartir todo sin pensarlo dos veces con sus nuevos hermanos en el Islam. Esa es la verdadera hermandad y es lo que falta en nuestro tiempo.
Nos faltan grupos de apoyo, mentores, consejeros, clases y otros programas para que el nuevo musulmán cultive su Islam. Las comunidades musulmanas deben hacer todo lo posible para establecer estos lugares para los nuevos musulmanes.
Además, los nacidos musulmanes necesitan entrenamiento de sensibilidad cultural para entender a los musulmanes latinos. No todos los latinos son mexicanos o puertorriqueños o comen tacos. Es extremadamente ofensivo generalizar. Te diré que en el fondo, me duele. Duele cuando sabes que el Islam es una hermandad, pero los musulmanes caen a 100 metros de la meta. Es muy triste.
No sabes cuántas veces mis hermanos musulmanes suponen que soy mexicano o que como tacos. Ustedes no saben cuántas veces otros chicos musulmanes les han llamado a mis hijos nombres como “Pedro” y “Pablo” para burlarse de ellos. Mis hijos se llaman Muhammad y Uthman por el Profeta mismo y por el gran compañero y califa. Tú no sabes cuántas veces la gente ha pensado que yo estaría dispuesto a trabajar en una tiendita o como obrero para un salario mínimo o que conozco a alguien que lo haría, simplemente porque soy latino. Nunca te has tomado el tiempo para conocerme. Si lo harías, entonces supieras que soy un ingeniero profesional, educado en la universidad, y que nací y me crie en los Estados Unidos.
O, los musulmanes veteranos… duele.
Cuando te pregunten, ¿qué necesitamos hacer para los nuevos musulmanes? Yo diría mucho. Pero comienza con la mu’akhaah (hermandad), el sincero deseo de fraternidad sin barreras, sin discriminación, sin condiciones previas. Comienza simplemente con el Islam.
O, Nuevo musulmán…
Ante todas las luchas que enfrentes, recuerda por qué aceptaste el Islam. Muy pocos de nosotros entramos al Islam por complacer a alguien; más bien, llegamos al Islam debido a nuestra propia reflexión profunda. Cuando las cosas se ponen difíciles, no te olvides la razón por que aceptaste el Islam desde el principio. Esta vida, este mundo y sus alrededores nos distraen. Shaitan está trabajando extra fuerte para desviarnos del camino del Islam. No te rindas. Nos encontraremos con dificultades a pesar de todo; por lo tanto, la mejor respuesta es mejor enfrentarlo con paciencia y confianza en nuestro Señor. No esperes que alguien te tenga por la mano y te guíe por el túnel o el camino. Debes ser proactivo y tomar la iniciativa para aprender y aumentar tu conocimiento. Esto te aumentará tu tawakul (confianza) en Alá y tu sabr (paciencia y perseverancia).
O, musulmanes veteranos…
Haz lo mejor que puedas para establecer avenidas para que los nuevos musulmanes se sientan amados y como parte de la familia. Vive el ejemplo de los compañeros y construye esa ukhuwah (hermandad). Abdullah bin Omar narró que el Profeta de Alá, que la paz sea con él, dijo, “Un musulmán es un hermano de otro musulmán…” (Bujari).
Esta es una oportunidad para ganar recompensas que realmente podrían beneficiarte hasta el Día del Juicio, incluso después de le la muerte. No pierdas la oportunidad por ser sentencioso, dominante o grosero. Recuerda que muchos de nosotros estamos viniendo de situaciones difíciles, algunos sin hogar y sin el apoyo de nuestras familias. Los estamos buscando para que nos acepten. Recuerda de querer para tu hermano lo que quieres para ti mismo, y el resto caerá en su lugar, insha’Allah.
Spanish