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Musulmana y Mexicana en Turquia

Published September 20, 2016

By Mayte Soto Contreras

Como llegue al Islam es doloroso recordar, pero le agradezco a Dios por todo lo que pasé para llegar hasta donde estoy ahora. Mi primer encuentro con el Islam fue en el 2009, cuando conocí a un musulmán turco en las redes sociales. Comencé a investigar acerca de sus creencias y por medio de esa amistad fui aprendiendo.

Mi vida cambio por completo en el 2010, pues fue ese año que los médicos me diagnosticaron con lupus eritematoso. La noticia fue muy difícil para digerir ya que desconocía por completo esa enfermedad. Los doctores siempre me han dicho que jamás me curare pero llevo cinco años sobreviviendo porque la fuerza que Dios me da es infinitamente misericordiosa. Veo a mi enfermedad como una bendición, pese a las bajas y recaídas que he tenido desde que soy lupica, todo me ha ayudado a madurar y a reforzar más mi fe.

Ahora reconozco que la vida en este mundo es pasajera; aquí vine para aprender y para servir al Altísimo, y por cada dolor, por cada recaída, por cada pérdida, sé que Dios me recompensará en Yannah, el Paraíso, insha’Allah. Tal vez mi salud decaiga cada día más, tal vez tendré que hacer más sacrificios, tal vez perderé algo o alguien, Alá sabe más, pero como musulmana lo que jamás perderé será la fe y la fuerza en Alá.

En el año 2011 viaje a Turquía y ahí escuche el Adhan, el llamado a la oración, por primera vez y visité una mezquita. Desde ese primer viaje, me centré más en el Islam porque había cosas de ese amigo musulmán que me llamaban la atención. Él hablaba tan bonito del Profeta Muhammad, que la paz sea con él, y me aconsejó que para conocer más el Islam debía investigar más sobre el Profeta, leer de su vida y enamorarme de él.

Ese mismo año tuve la oportunidad de ser madre pero por cuestiones de salud, a los cinco meses de gestación, el 17 de noviembre de 2011, mi embarazo tuvo que ser interrumpido. Al estar en el quirófano los doctores me preguntaron si era católica. A lo que yo respondí, “No, mi religión es el Islam”. Desde ese momento me consideraba musulmana de corazón aunque aún no había tomado Shahada.

Destrozada y entendiendo que ahora tenía que afrontar dos pérdidas; debido a que no solo murió mi bebé, sino también me abandonó el hombre a quien consideraba mi pareja, caí en una gran depresión. No veía el momento de salir de aquella crisis; todo lo veía perdido. Pasaron algunos meses y las cosas seguían igual. Un día, en febrero del 2012, tome mi computadora y decidí entrar a Facebook para ver que había ocurrido durante mi ausencia. En ese entonces, un amigo musulmán que estaba conectado me preguntó cómo estaba. Como yo necesitaba desahogarme, y él era alguien que, como musulmán, veía la vida de una manera diferente, con otro punto de vista, otra cultura y otra religión, le conté todo. Él solo leyó mis palabras de angustia y continuó leyendo hasta la última que escribí.

Su respuesta fue, “Te mandaré algo que te ayudará”, y así fue como llegó a mis manos mi primera copia del Corán. La primera Sura, o capítulo, que leí fue Al Kauthar, y la aleya que me abrió los ojos fue, “Reza, pues, a tu Señor y sacrifica” (108:2). Fue tras leer esas palabras que entendí el por qué estaba pasando por esos momentos tan dolorosos; tenía que sacrificar algo que no era para mí, algo que tal vez no me haría feliz. Alá ya había escrito mi destino. Comencé a entrar más en el Corán e investigar más y más, hasta que el 2 de mayo de 2012, tomé la decisión de hacer mi Shahada, declarar mi fe en una mezquita en México, D.F.

Ahora llevo cuatro años de haber entrado al Islam, Allahu akbar, Dios es Grande. Mi vida no acabó con aquella pérdida, al contrario, me fortaleció y encontré mi verdadero amor, Alá, glorificado y alabado sea, y mi verdadera fe. Entendí que para ser feliz hay que hacer sacrificios y dejar todo en las Manos de Dios.

Me casé con aquel amigo musulmán que me envió el Corán y ahora vivo en Turquía. Llegue aquí en el 2013, a una ciudad llamada Erzurum, donde la gente es más religiosa, conservadora y de buenos sentimientos. Me han ayudado mucho a aumentar mi fe. Asisto cinco veces a la semana a clases de Corán, donde aprendí a recitar en árabe y ahora estoy intentando memorizarlo. Insha’Allah, si Dios me lo permite, pueda regresar a México para compartir mi conocimiento en mi país natal.

Tome la decisión de aprender a recitar el Corán y posteriormente memorizarlo porque el tiempo que viví el Islam en México había un hermano joven converso que yo pensaba tenía más conocimiento que yo y sin embargo me confundía. Hasta incluso llegó a decirme cosas que eran el contrario de lo que enseñaba la Sunnah, o las tradiciones proféticas, y me decepcioné. Por eso decidí aprender a recitar en árabe y memorizar el Corán para que no me volvieran a sorprender de esa manera y también porque es el deber de todo musulmán aprender el Sagrado Corán y vivir conforme a la Sunnah.

Como conversa me sentía aún más comprometida a buscar el conocimiento. Si los nacidos musulmanes pueden aprender, yo también puedo. Ser converso no es un pretexto para mí, como tampoco el no haber nacido en un ambiente islámico es un pretexto para no buscar el conocimiento. Desde el momento que hice mi Shahada, para mí fue un compromiso para cambiar mi vida. Quise aceptar todo lo que el Islam abarca y siempre tener la sed de aprender más y más de mi fe, alhamdulillah.

La vida en Turquía no ha sido fácil ya que he tenido que aprender y cambiar algunas costumbres, pero sobretodo llevar una vida como el Corán y la Sunnah lo dispone. Aquí en Turquía fue donde por primera vez vi una mujer tapando su rostro con un velo y a los hombres con barbas largas y sus tasbih (cuentas) haciendo dhikr (recordando a Dios) a cada momento. También los hombres y las mujeres conviven por separado y el gobierno dedica mucho esfuerzo, amor, y trabajo al mes de Ramadán. En Turquía cuando saben que eres musulmán occidental las personas te admiran y se sorprenden tanto, pero a la vez te brindan su amor y cariño. Considero a Turquía como el país que me abrió las puertas y me adoptó como una hija y donde no me siento excluida ni juzgada por mi religión.

Recuerdo que en México era señalada por usar el hiyab; era el centro de atención en aquellas calles. Pensé que al llegar a Turquía eso cambiaría pero no fue así. Aquí también soy el centro de atención, pero por ser musulmana latina, alhamdulillah, y eso es hermoso.

Recientemente, durante una reunión familiar, alguien me preguntó – Después de haberte convertido, ¿Tu vida ha cambiado? ¿Te ha gustado? ¿Cómo describes tu vida ahora? – A lo que yo simplemente respondí: Claro que ha cambiado, y para el bien, alhamdulillah, la vida en el Islam es otra vida.

 

Mayte Soto ContrerasAuthor Mayte Soto Contreras is a pastry chef originally from Mexico currently living in Erzurum, Turkey with her husband, where she studies and memorizes the Holy Qur’an. She converted to Islam in 2012. Mayte Soto Contreras es una chef repostera originalmente de México viviendo en Erzurum, Turquía con su esposo, donde se dedica al estudio y la memorización del Sagrado Corán. Se convirtió al Islam en el año 2012.

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