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La paz que faltaba

Published September 20, 2016

By Roberto Hakim Tapia

Mi camino hacia el Islam ha tomado muchos giros y vueltas a lo largo de Latinoamérica y aquí en los Estados Unidos, donde finalmente me convertí en musulmán. Mis padres son de Chile. Eran refugiados políticos exiliados a México por ser socialistas. En los años 70, ser un socialista en América Latina era sinónimo de ser un rebelde. No había muchas opciones en ese momento; eras de la izquierda o eras de la derecha. En 1973, Chile sufrió uno de los más crueles golpes de estado que la humanidad jamás había visto. Mi padre fue encarcelado y torturado antes de ser exiliado. Unos meses después conoció a mi madre, que era también una refugiada política chilena. En 1976, yo nací en la Ciudad de México. Mis padres, mi hermana y yo vivimos relativamente felices como una típica familia mexicana de clase media, excepto por una cosa: mis padres eran agnósticos. No ser católico en México era casi impensable.

En 1989, cuando la democracia fue reestablecida en Chile, mis padres decidieron regresar. En ese tiempo tenía 12 años de edad. Chile es un país pequeño dominado por una de las iglesias más conservadoras del mundo. Como en México, crecí rodeado de mensajes católicos en la radio, en la televisión, y en las calles. En mi propia inocencia, siempre me había gustado la idea de Dios, de un solo Dios, pero eso no era lo que estaba presenciando. ¿Cómo podría un chico de una familia agnóstica siempre creer en Dios? En mi casa ese asunto nunca fue un tema de conversación. “La religión es el opio de las masas”, mi padre solía decir. Sin embargo, con los años, mi deseo por una conexión espiritual siguió aumentando.

Cuando era adolescente, fui expuesto a la Capoeira, una danza brasileña y arte marcial, durante unas vacaciones con mis padres en Brasil. En Chile, comencé a tomar clases de Capoeira que ayudaron a llenar el vacío de mi espiritualidad carente. En el año 2000, fui aceptado a la facultad de negocios en Chile y también estudié Capoeira todos los días. Mi vida se volvió muy ocupada, “demasiado ocupada” para la religión.

En 2003, conocí a mi esposa, una hermosa mujer estadounidense que estaba enseñando Inglés en Santiago, Chile. Ella venía de una familia católica y por lo tanto me acercó más a la religión. En 2005, me trasladé a los EE.UU. y en el 2006 nos casamos en una iglesia católica en Richmond, Virginia. En 2008, abrí mi propio estudio para enseñar diversos estilos de artes marciales, el ejercicio y el baile. Ese mismo año, mi primera hija, Priya, nació, y en 2010 me convertí en propietario de una casa. En un período de sólo cinco años había logrado el “sueño americano”, cosas que algunas personas no logran en toda su vida. Sin embargo, aún algo faltaba.

El 2012 fue uno de los años más difíciles de mi vida. Mi arrogancia me llevó a romper mi tendón rotuliano y tardé casi un año en recuperarme. Ese mismo año, mi segunda hija, Mireya, nació. En 2013, comencé mi búsqueda espiritual. Empecé a investigar la religión yoruba, la santería, pero no me sentí identificado con ella.

En diciembre de 2014, pasé la Navidad con mi familia en Chile. Después de la cena de Navidad fui a mi habitación a dormir, pero quedé despierto sentado en mi cama. Los recuerdos de mi adolescencia y mi juventud vinieron a mí y comencé a llorar. Llore mucho. No recuerdo por cuánto tiempo, tal vez cinco o 10 minutos, pero recuerdo poniendo mis rodillas en el suelo y los brazos en una posición de súplica. Y me quedé allí, preguntando, pidiendo realmente, a Dios que me guiara y me ayudara a acercarme a Él. Después de eso, encendí la televisión y mostraban un programa sobre la vida de Jesús. Una gran cantidad de preguntas vinieron a la mente como, “¿Será él Dios”? Entonces busqué en Google la palabra “Jesús” y de alguna manera aterricé en una página de discutiendo Jesús y el Islam. Entonces investigué las palabras “Islam” y “Profeta Muhammad”. Al final, no pude dormir hasta las 5 o 6 de la mañana.

Alrededor de las 11 de la mañana, me desperté. Mi madre me dijo que debí haber estado cansado por lo mucho que había dormido. Le dije entonces que yo quería convertirme en musulmán pero ella no me creyó. Cuando llegué a los Estados Unidos de nuevo, llamé a un amigo musulmán para ver si me podía llevar a una mezquita. Allí, sentí tanta paz y armonía. Luego, otro amigo, que es de Turquía, me ayudó a tomar mi Shahada, el testimonio de la fe. También conocí a un hermano de Gambia, un estudiante en mi estudio, que me ayudó a visitar diferentes mezquitas y reunirme con algunos imanes. Al llegar el mes de Ramadán, me di cuenta que estaba rodeado por una buena comunidad de hermanos para ayudarme en mi camino.

Mi esposa ha sido un gran apoyo para mí. Hemos estado casados ya por 10 años. Me considero una persona impulsiva y solía enfadarme con ella por cosas insignificantes. Pero ahora trato de recordar este hadiz: “El hombre fuerte no es quien sabe luchar; el hombre fuerte es aquel que puede controlarse a sí mismo en un momento de ira”. (Sahih Bujari, Libro 73, #135)

Roberto Hakim TapiaAuthor Roberto Hakim Tapia es Profesor de Capoeira con más de 20 años de experiencia y el creador y propietario de Roda Movements, un gimnasio y estudio de artes marciales en Takoma Park, MD. Roberto Hakim Tapia is a professor of Capoeira with 20 +years of experience and the creator/ owner of Roda Movements (Martial Arts & Fitness Studio) in MD.

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