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Combatiendo la violencia domestica como musulmana

Published September 20, 2016

By Alina García Sanchez

La violencia hacia las mujeres debería ser un tema que nos preocupe a todas y a todos, sin embargo parece ser que pocas y pocos estamos interesados.

Una de cada tres mujeres en el mundo es golpeada o sometida a algún otro tipo de abusos a lo largo de su vida. Según informes de la Organización Mundial de la Salud, el 70 % de las mujeres que son víctimas de asesinato mueren a manos de su compañero o ex pareja.

La violencia contra las mujeres está presente en todas las sociedades del mundo, sea cual sea su sistema político o económico, sin importar el estatus de la mujer, sus estudios, color de piel, situación económica, cultura, ni religión. Esta realidad cotidiana se manifiesta de diferentes maneras y tiene lugar en múltiples espacios, y por supuesto, mi país, México, no es la excepción.

En México la violencia contra la mujer es un problema social que se esconde en los hogares. Muchas de las mujeres víctimas de la violencia doméstica viven con el enemigo en casa, amenazadas cada día.

Soy Psicóloga y trabajo en una institución en la que se les da apoyo psicológico a mujeres que han sido víctimas de violencia familiar. Cada día escucho historias de mujeres que hablan sobre cómo sus esposos las golpean, las amenazan, les son infieles, las insultan y penosamente también algunas han muerto en el intento de salir de la violencia. Esta es una realidad latente de la que muchas y muchos prefieren no hablar.

Mi trabajo es un reto en mi vida, alhamdulillah; es lo que amo hacer. Me siento muy bendecida por tener la oportunidad de escuchar a mujeres que ponen en mis manos la esperanza de salir de un problema que afecta sus vidas y las de sus hijos.

Soy musulmana, soy mexicana y defiendo los derechos de la mujer. Esto puede ser una sorpresa para muchas mujeres que entran a mi consultorio; algunas hasta lo consideran incongruente. – ¿Que nos es contradictorio? – Me preguntó una mujer – ¿Cómo una mujer que lleva la cabeza cubierta por sometimiento (refiriéndose a mi hiyab), me va a decir a mí cómo puedo salir de la violencia en la que vivo, cuando ella no puede salir de su propio sometimiento? – Yo sonreí. Mi hiyab es mi herramienta principal de dawah.

De hecho, fue mi inconformidad y sentimiento de injusticia sobre la violencia hacia las mujeres lo que me acercó al Islam. Tuve mi propia visión errónea acerca de la situación de las musulmanas que ahora veo reflejada en la cara de muchas de mis pacientes cuando me ven por primera vez; algunas expresan su sorpresa, otras aunque no digan nada, solamente es necesario ver sus caras de asombro o hasta de susto.

Podría decir que me veo a mí misma en algunas de ellas cuando conocí por primera vez a mujeres musulmanas sonriendo y libres, cuando me hablaron sobre el valor de la mujer en el Islam, cuando leí sobre los derechos de las mujeres en el Islam. Yo me preguntaba – ¿Esto es posible? – queriendo entender. Por eso es que disfruto tanto intentando explicarles un poco con mis palabras y otro poco con mis actitudes, sobre el por qué soy musulmana.

El Islam vino a complementar mi vida; me ayudó a entender mejor mi trabajo, me ayudó a entender mi valor como mujer. Es ahora que lo entiendo, sé mi valor. Pues lo que lleva a los hombres a tratar mal a las mujeres es ignorar el valor de la mujer. Un hombre que ignora el valor que Dios le da a la mujer, ignora el Islam.

 

Alina García SanchezAuthor Alina García Sanchez , who resides in Mexico, is a psychologist by profession.

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